Las compañías ubicadas en ciudades de más de 500.000 habitantes pagan más por IAE y tienen más posibilidad de reducir la cuota a abonar.

El Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE) es un impuesto local que pretende gravar la actividad económica y uno de los tributos que más controversia genera entre las empresas españolas. La complejidad de este gravamen, que deben  pagar las compañías que facturan más de un millón de euros al año, proviene de la dificultad de determinar su base imponible, ya que varía en función de muchas variables. La cuota a pagar viene determinada por la actividad económica y por los coeficientes municipales, pero hay diferentes componentes tributarios y censales que son susceptibles de corrección.

“El 90% de las empresas españolas que revisan su IAE acaban encontrando importantes fuentes de ahorro”, afirma Borja Enríquez, especialista en IAE de Expense Reduction Analysts.

Es habitual que las empresas den por buena la deuda tributaria del IAE que se les fija y procedan al pago del recibo anual, a pesar de que en ocasiones se apliquen criterios y cálculos que no suelen favorecer a los intereses tributarios de los contribuyentes. “A diferencia del IVA o del Impuesto de Sociedades, el IAE es un tributo que las empresas suelen pagar sin revisarlo”, asegura el analista. El principal error radica en que se suele tomar como referencia una declaración hecha en el pasado y que muchas compañías desconocen que pueden revisar cada uno de los elementos que determinan la cuota a pagar.

Según Enríquez, para evitar pagar de más “las empresas deberían hacer un proceso de auditoría y revisar este impuesto anualmente, pues es un ejercicio que puede conllevar ahorros. Además, a veces puede haber una contingencia fiscal y es conveniente regularizar cuanto antes”. Para hacer una buena valoración del tributo hay que realizar un análisis técnico y revisar los epígrafes de actividad en los que se incluye la compañía, los elementos tributarios, las ordenanzas fiscales municipales, en relación con la realidad material de la empresa. Hay distintos componentes, tributarios y censales, que son susceptibles de corrección, por lo que probablemente se encuentren fuentes de ahorro y un beneficio que puede ser invertido en el crecimiento o la expansión empresarial. Según el analista de ERA, las  empresas que son auditadas obtienen una media de ahorro del 27%.

Si bien es cierto que aquellas empresas con una liquidación más compleja, como la industria química, la alimentaria o la de automoción, tienen una probabilidad de error más alta y, por tanto, un ahorro oculto superior, todos los sectores están afectados. Enríquez asegura que “la magia del ahorro sale de revisar circunstancias concretas de cada cliente, pues es allí donde surgen discrepancias con los recibos pagados”. Además, en entornos urbanos de más de 500.000 habitantes, la probabilidad de ahorro es mayor, ya que los recibos del IAE son más altos. Esta situación se da porque una actividad con el mismo elemento tributario paga más en una gran ciudad que en un municipio pequeño.

Una vez detectado el error, los analistas deben implementar las medidas corregidas a futuro. Además, Enríquez recuerda que “las empresas pueden solicitar la devolución de los impuestos tributados de más, con un efecto retroactivo de cuatro ejercicios”. Expense Reduction Analysts, como consultora especialista en este impuesto, ha logrado que la mayoría de sus clientes acabe pagando menos de IAE, siempre dentro de la legalidad y con total seguridad jurídica. A diferencia de los asesores fiscales, cuyo objetivo es asegurarse que todo esté dentro de la legalidad, los analistas de ERA aportan el valor añadido de ayudar a las empresas a situarse en un punto legal, pero siempre desde la vertiente económica de buscar ahorro.